A veces nuestra sexualidad puede parecer sumamente compleja. Cada persona la experimenta, disfruta e incluso sufre de maneras muy distintas. Por ejemplo, para algunas mujeres puede ser difícil mantener el coito debido a dolores y contracciones involuntarias de las paredes vaginales.
A esto último se le ha dado el nombre de “vaginismo” y es considerado como una disfunción sexual por dolor. ¿A qué se debe y cómo se trata?
¿Qué es el vaginismo?
Según las clasificaciones internacionales sobre las disfunciones sexuales, el vaginismo es un “Trastorno sexual por dolor”. De esta categoría también forma parte otra disfunción, conocida como “dispareunia”, siendo el principal síntoma de ambas experimentar dolor antes o durante el coito.
En el caso del vaginismo, el dolor se caracteriza por acompañarse de un espasmo involuntario de la musculatura vaginal, en concreto en la zona de tercio inferior. Además, se trata de un dolor recurrente que impide o interfiere con la penetración.
Puede ser de tipo primario o secundario, según si las contracciones han ocurrido desde la primera relación sexual o si han empezado más adelante. Así mismo puede ser severo, moderado o leve, de acuerdo con la posibilidad de penetración y de acuerdo con la intensidad del dolor que la acompaña.
Como es de esperarse, el dolor y los espasmos involuntarios interfieren con el desarrollo de relaciones sexuales satisfactorias y puede causar conflictos tanto individuales como en la pareja.
¿Le pasa a muchas mujeres?
De acuerdo con los datos de algunos investigadores, el vaginismo es un trastorno que viven entre el 2% y el 4% de las mujeres adultas. De acuerdo con el contexto, la cifra puede llegar hasta un 7% de ellas, siendo un motivo de consulta sexológica recurrente.
Entre el 5 y el 20% de las mujeres que buscan ayuda profesional lo hacen porque están experimentando vaginismo. ¿Cuáles son las causas de esta disfunción sexual?
Principales causas
En casi todas las disfunciones sexuales pueden detectarse causas tanto orgánicas como psicológicas y sociales. En algunos casos la causa puede inclinarse más por una u otra de estas dimensiones, pero usualmente los causantes son de tipo psicológico y cultural.
Una investigación realizada con 89 mujeres con vaginismo, recogida por Manuela Cisternas (2015), encontró que las causas están relacionadas con haber recibido mensajes intrusivos e inadecuados sobre el coito y con experiencias de abuso sexual en el pasado. El mismo estudio explica tres factores causales comunes entre las participantes:
- El temor al dolor durante el sexo
- La creencia de que el sexo es malo o vergonzoso
- Experiencias traumáticas en la niñez
En ocasiones, y aunque en menor medida, pueden haber elementos de tipo orgánico en el origen de esta disfunción sexual. Para conocer un poco más sobre las causas del vaginismo veamos algunos detalles.
Orgánicas
En concreto, el vaginismo puede ser causado por enfermedades o alteraciones físicas, como infecciones vaginales o pelvianas, bajos niveles de estrógeno, cistitis o procedimientos quirúrgicos vulvovaiginales, entre otros.
Pero también puede estar provocado por causas psicológicas, que son, de hecho, las causas más comunes, y también puede haberse generado como consecuencia de elementos tanto orgánicos como psicológicos.
Por ejemplo, en algunos casos el vaginismo puede haber sido iniciado por los efectos de una enfermedad física pero haberse mantenido por factores psicológicos. Así mismo, puede acompañarse de dispareunia, aunque no necesariamente.
Psicológicas
Muchas veces nuestro cuerpo puede reaccionar de manera contraria a como queremos. Dicho de otro modo, puede tener reacciones inesperadas cuya causa desconocemos. Algo así pasa con el vaginismo.
Los músculos internos de nuestro aparato genital se contraen justo al momento del coito, aun si nosotras sentimos un nivel de excitación suficiente, o por lo menos, sentimos las suficientes ganas de mantener relaciones sexuales con la pareja. ¿A qué se debe esto?
Hay muchos elementos psicológicos que puede encontrarse en el fondo de esta disfunción. Por ejemplo, haber aprendido a reaccionar mediante contracciones involuntarias ante la sensación de dolor.
Es decir, la contracción puede ser un reflejo defensivo ante el dolor provocado en experiencias coitales pasadas. Como si de manera involuntaria, nuestro propio cuerpo generara una barrera ante el coito, debido a que en el fondo sentimos la necesidad de protegernos de éste.
Generalmente esto se encuentra relacionado con la asociación entre el coito y las experiencias negativas, producto de haber vivido circunstancias adversas durante las relaciones sexuales o bien durante intervenciones ginecológicas.
Por lo mismo, y a pesar de compartir la definición de “trastornos sexuales por dolor”, el vaginismo se diferencia de la dispareunia en que contiene un componente fóbico, esto es, un miedo irracional e intenso a un estímulo o situación en concreto (en este caso el coito).
Pero no siempre tiene relación con experiencias adversas pasadas. El vaginismo también puede estar relacionado con conflictos conyugales o sexuales con la pareja actual, o bien puede no tener relación directa con experiencias adversas, sino con aprendizajes negativos y una información adecuada.
¿Influye lo que hemos aprendido sobre la sexualidad?
Además de ser orgánicas y psicológicas, las causas del vaginismo también pueden ser de tipo sociocultural. Es así cuando tienen que ver con haber recibido una educación sexual inadecuada, basada en la culpa ante las relaciones sexuales y en la interiorización de algunos tabúes.
Por ejemplo, la valoración exagerada sobre la virginidad, el temor al embarazo y las enfermedades de transmisión sexual o la idea de que el coito es doloroso. Aunque todo ello son contenidos de educación sexual que en muchos casos creemos superados, en realidad pueden seguir en el fondo de una buena parte de nuestra experiencia sexual.
Esto es así ya que como seres sociales vamos heredando muchos aprendizajes de las generaciones anteriores, y a veces cuesta trabajo desprenderse de ellos. Afortunadamente contamos con herramientas para modificarlos.
Tratamiento y solución: ¿cómo superar el vaginismo?
Generalmente el vaginismo se trata desde una terapia sexual, que incluye tanto una orientación psicológica como una reorientación sobre la información y el aprendizaje relacionado con la sexualidad.
Cuando es el caso, también se tratan las experiencias traumáticas relacionadas con el coito o con intervenciones médicas (el trauma sexual o el trauma ginecológico). Así mismo la terapia sexual para el vaginismo puede abarcar una serie de ejercicios físicos que favorezcan la relajación y la penetración.
En suma, estas técnicas tienen el objetivo de alcanzar un acercamiento progresivo al coito, es decir, lograr que poco a poco nos podamos sentir más cómodas y seguras, y con esto conseguir mantener relaciones sexuales satisfactorias. Para mejorar los resultados obtenidos, también se recomienda que nuestra pareja participe en la terapia.
Psicoeducación
Una de las estrategias más importantes de la terapia sexual es la exploración y la reorientación de la información que hemos recibido sobre la sexualidad. En muchas ocasiones esta información se convierte en actitudes negativas hacia nuestro propio cuerpo y hacia las relaciones sexuales, lo cual sin duda nos puede impedir disfrutarlas.
También es importante que en esta fase participe nuestra pareja, ya que la información y las actitudes incorrectas sobre la sexualidad muchas veces son compartidas, y ambas influyen en el desarrollo de relaciones sexuales satisfactorias.
Aparte de la psicoeducación, la terapia sexual permite detectar situaciones traumáticas pasadas y conflictos conyugales actuales que puedan estar interfiriendo con el disfrute del acto sexual.
Dilatadores
Los dilatadores vaginales son unos dispositivos recomendados por algunos especialistas para tratar síntomas de trastornos ginecológicos y sexuales. Se conocen como dispositivos o herramientas de terapia progresiva, ya que ayudan a mejorar gradualmente los movimientos del suelo pélvico.
Como su nombre lo indica, el suelo pélvico es el conjunto de tejidos ubicados en la superficie de la pelvis. Contiene músculos que forman una pared donde se ubican los órganos del sistema urinario y el sistema reproductor.
Entre otras cosas, estos músculos nos permiten retener y expulsar orina y heces fecales, y también nos permiten realizar los movimientos necesarios para participar en el coito y tener orgasmos.
El método de uso de los dilatadores consiste en introducirlos en la vagina y realizar movimientos que permitan dar masajes al suelo pélvico. Esto debe realizarse con instrucciones precisas y en un espacio de comodidad e intimidad suficiente, teniendo cuidado de no lastimarnos.
La profundidad a la que introducimos el dilatador depende en gran medida de la cantidad de dolor que sentimos. El tamaño de los dilatadores aumenta a medida que progresa el tratamiento, según la comodidad que experimentamos con cada uno. Eso sí, lo más recomendable es realizar este proceso siguiendo las indicaciones de un especialista.
Ejercicios
Los ejercicios que generalmente se recomiendan para el tratamiento del vaginismo tienen como objetivo relajar el suelo pélvico y disminuir gradualmente los espasmos involuntarios. Tal como los dilatadores, los ejercicios pueden aumentar la sensación de control sobre el propio cuerpo, y con esto disminuir las contracciones.
Algunos de los más populares actualmente son los Ejercicios de Kegel, una serie de movimientos internos de contracción y distensión cuyo objetivo es reforzar las paredes internas.
Así mismo pueden realizarse terapias de biorretroalimentación (biofeedback) para modificar las respuestas fisiológicas de los músculos del suelo pélvico. Tienen como objetivo aprender a controlar dichas respuestas, lo cual ayuda a controlar también los espasmos involuntarios.
Como es de esperar, todas estas técnicas requieren dedicación y cierta paciencia; ningún remedio tiene efectos de la noche a la mañana y siempre es mejor ir de la mano de un especialista.
Referencias bibliográficas:
- Caballo, V.E. (2007). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos. Vol 1. Trastornos por ansiedad, sexuales, afectivos y psicóticos. Siglo XXI: España.
- Cancelo Hidalgo, M.J. y Castelo-Branco Flores, C. (2005). Trastornos por dolor. Dispareunia femenina. Dispareunia masculina. Vaginismo. En Castelo-Branco (Ed.). Sexualidad Humana. Una aproximación integral. Editorial Panamericana: España.
- Carrobles, J. A. y Sanz, A. (1991). Terapia Sexual. Fundación Universidad-Empresa: Madrid.
- Cisternas, M. (2015). Sexualidad y cuerpo en relatos de mujeres con vaginismo. Tesis para optar al grado de Magíster en Estudios de Género y Cultura, mención Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
- Sáez Sesma, S. (2009). El vaginismo y su dialéctica sexuada. Anuario de Sexología, 11: 27-33.
Tengo algunos síntomas que mencionas y no tenía ni idea de la existencia del vaginismo hasta que me lo comentó una amiga. Después de buscar información y leer este artículo me queda claro y puedo verme reflejada en algunos aspectos. Como veo que tiene muchas posibles causas, creo que lo mejor será consultarlo con un especialista para obtener un diagnóstico adecuado. Muchas gracias por compartir esta información, me ha parecido muy completa y bien explicada.
Muchas gracias por tu aportación a este mi humilde blog!Un abrazo