Durante mucho tiempo, las adicciones habían sido definidas en relación al consumo frecuente de sustancias psicoactivas (alcohol, nicotina, cocaína y otras drogas). No obstante, en épocas recientes se habla de una amplia gama de elementos que también pueden generar dependencia y sensación de pérdida de control.
Siempre que estos elementos sean percibidos como placenteros o satisfactorios, serán susceptibles de generar tal efecto. Sin duda, uno de éstos es la actividad sexual.
Así pues, la hipersexualidad se define como un aumento repentino y recurrente de la libido, que puede expresarse mediante fantasías sexuales intensas, deseo sexual apremiante, o conductas sexuales repetidas (desencadenadas como respuesta a eventos estresantes).
Entre las consecuencias de la hipersexualidad se encuentran los sentimientos de culpa, la imposibilidad de mantener una pareja, las enfermedades de transmisión sexual, los problemas económicos o la imposibilidad de mantener un empleo.
En todo caso, las dependencias y las adicciones no se viven de la misma forma por todas las personas: a veces se manifiestan como un deseo moderado y otras como una obsesión intensa, llegando incluso a experimentar síndromes de abstinencia que afectan el desempeño cotidiano.
¿Por qué algunas personas pueden desarrollar adicción al sexo? ¿Es igual en mujeres y en hombres? ¿Hay algún tratamiento? Veamos qué dicen las investigaciones sobre esto.
Diagnóstico para el trastorno de hipersexualidad
El DSM-V es un manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales editado y publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría. Se trata de un manual altamente utilizado en psiquiatría para realizar los diagnósticos de trastornos mentales (donde se incluyen problemas sexuales, como la hipersexualidad).
En su versión más reciente (la número 5), el trastorno de hipersexualidad se caracteriza por las siguientes manifestaciones:
- Durante al menos seis meses, fantasías sexuales recurrentes e intensas y deseo sexual apremiante, así como conductas sexuales asociadas a cuatro o más de los siguientes cinco criterios:
- Cantidad de tiempo excesiva invertida en fantasías y deseos sexuales, así como en la planificación y realización de conductas sexuales
- Fantasías, deseos y conductas sexuales repetidas en respuesta a estados de ánimo disfóricos (p.ej. ansiedad, depresión, aburrimiento, irritabilidad)
- Fantasías, deseos y conductas sexuales repetidas en respuesta a situaciones vitales estresantes.
- Intentos persistentes pero infructuosos para controlar o reducir significativamente las fantasias, deseos y conductas sexuzles.
- Implicación repetida en conductas sexuales ignorando el riesgo físico, psíquico o emocional que pueda suponer para sí mismo o para otras personas.
B. La frecuencia o intensidad de las fantasías, deseos y conductas sexuales provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad de la persona.
C. Las fantasías, deseos y conductas sexuales no son debidas a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (drogas o medicamentos) ni a episodios maníacos.
D. El sujeto es mayor de 18 años.
Específicamente, la hipersexualidad puede manifestarse por medio de la masturbación, la pornografía, la conducta sexual con adultos que consienten, el cibersexo, el sexo telefónico, los clubs de striptease, y otros. Puede implicar malestar emocional, pero no necesariamente.
Síntomas
En suma, vemos que los principales síntomas de la hipersexualidad son la masturbación compulsiva y la búsqueda ansiosa de relaciones sexuales sucesivas (con una misma persona o con distintas personas).
Todo ello se considera una disfunción sexual siempre y cuando provoque un malestar clínicamente significativo en la persona e interfiera con sus actividades cotidianas o con sus relaciones interpersonales más cercanas. Así mismo puede generar problemas legales derivados de acoso sexual repetido.
Además las conductas sexuales pueden estar relacionadas con otras conductas adictivas, como el consumo de sustancias psicoactivas: en ocasiones, el consumo de sustancias psicoactivas es lo que desencadena la búsqueda obsesiva de encuentros sexuales.
Y, al contrario, las conductas sexuales pueden provocar un malestar emocional, que es posteriormente canalizado mediante el consumo de sustancias.
Causas de la adicción al sexo
Las causas de la hipersexualidad no son claras pero, tal como ocurre con otras disfunciones sexuales, suele deberse a elementos de tipo psicosocial -por ejemplo, la socialización relacionada con el género y con cómo se vive la sexualidad, y también puede haber elementos psicológicos relacionados con experiencias sexuales pasadas.
Entre estas últimas se encuentran desde las experiencias de abusos sexuales hasta las de rechazo o fracaso de la vida sexoafectiva posterior. Por otro lado, la hipersexualidad ha sido definida también como una situación relacionada con el poco control sobre los impulsos.
Por otro lado, la hipersexualidad también se ha relacionado con el uso de sustancias agonistas de la dopamina, que pueden prescribirse en algunos trastornos neurodegenerativos como el Parkinson. Esto último se ha relacionado especialmente con varones jóvenes.
Hipersexualidad masculina
La hipersexualidad es desarrollada por hombres con mayor frecuencia que por mujeres. Esto puede estar relacionado con que, en las sociedades occidentales, los hombres crecen en una permisividad muy significativa hacia las conductas sexuales o incluso con la oportunidad de acosar sexualmente sin mayores consecuencias.
No es de extrañar que, en muchos casos, el sexo se convierta en un remedio para reducir el malestar emocional, siendo la actividad sexual una conducta obsesiva. Esto mismo puede generar en la persona sentimientos de culpa y de una sensación importante de pérdida de control.
Hipersexualidad femenina
La hipersexualidad se desarrolla en menor medida en mujeres, y se trata de una situación poco explorada en términos clínicos. Anteriormente se conocía como “ninfomanía”, concepto que proviene de la psiquiatría francesa del siglo XVIII y que se usaba para designar el deseo sexual insaciable en mujeres.
Si bien puede haber mujeres con conductas adictivas relacionadas con el sexo, la idea clásica de la ninfomanía responde a imaginarios contradictorios sobre lo femenino. Dichos imaginarios oscilan entre la hiperfeminidad y la hipersexualidad, y la infantilización o el buenismo.
En según qué contexto se valoran o se penalizan unos y otros imaginarios. Por decirlo de otra manera, las manifestaciones del deseo sexual y las conductas relacionadas con la sexualidad no se consideran trastornos en todos los contextos.
¿Hipersexualidad en niños?
Tal como veíamos en los criterios diagnósticos de la hipersexualidad, uno de los requisitos es que la persona se encuentre al menos en la adultez temprana. En este sentido, la hipersexualidad no podría ser diagnosticada en niños.
Si hay conductas sexuales que se perciben como excesivas por los adultos, esto puede deberse a otras cuestiones relacionadas con el desarrollo psicosexual y la socialización (no propiamente a una adicción al sexo). Esto último puede trabajarse a través de una educación sexual adecuada.
Así mismo, cuando los niños presentan conductas impulsivas relacionadas con la sexualidad, éstas suelen estar acompañadas de otras conductas impulsivas relacionadas con las actividades de la vida cotidiana.
En este sentido, las intervenciones deben ir encaminadas a mejorar la autorregulación en la vida diaria, especialmente en las actividades que se perciben como placenteras, de manera que sea posible prevenir posibles conductas adictivas en un futuro.
Tratamientos
Actualmente existe un debate sobre si la hipersexualidad es un trastorno en sí mismo o es uno de los síntomas de otros trastornos. También se discute si se trata de un trastorno sexual o bien del control de los impulsos.
En resumidas cuentas, suele definirse como un trastorno del deseo sexual no parafílico, con un componente de impulsividad. Con base en esta definición es importante considerar que el tratamiento puede seguir cursos distintos.
Entre las estrategias más comunes se encuentra la psicoterapia. El tratamiento psicológico puede ayudar a trabajar la impulsividad y también los pensamientos relacionados con la conducta obsesiva.
También puede ayudar a modificar posibles actitudes negativas con respecto a la sexualidad, y finalmente, a trabajar los sentimientos de culpa asociados con las conductas adictivas.
Otra de las estrategias que suelen ser de ayuda son los grupos de terapia o los grupos de autoayuda. En estos, las personas que se identifican a ellas mismas como adictas a alguna sustancia o conducta comparten sus experiencias y buscan apoyo mutuo.
¿Existen medicamentos para la hipersexualidad?
No existen medicinas o tratamiento farmacológico específico para tratar la hipersexualidad o la adicción al sexo. No obstante, con frecuencia la adicción al sexo se relaciona con otras situaciones para las que sí se usan medicamentos, por ejemplo la depresión, la ansiedad y el control de impulsos.
Así mismo, podrían prescribirse medicamentos en caso de que la hipersexualidad se haya desencadenado como consecuencia de enfermedades neurodegenerativas u hormonales.
En todo caso, es necesario consultar con un especialista antes de iniciar cualquier tratamiento. Lo primero siempre es pedir ayuda si sentimos que hay una situación que sale de nuestro control.
Referencias bibliográficas:
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